No Time to Think (en español) | Facing History & Ourselves
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No Time to Think (en español)

Explore bystander behavior, conformity, and obedience in a German college professor’s account of how he responded to Nazi policies and ideology. This resource is in Spanish.
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This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

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Spanish
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Asunto

  • History
  • The Holocaust

Milton Mayer, periodista y educador estadounidense, quería averiguar cómo habían reaccionado diversas personas ante las políticas y la filosofía de Hitler. Siete años después del final de la Segunda Guerra Mundial, entrevistó a hombres alemanes de una muestra representativa de la sociedad. Uno de ellos, profesor universitario, dijo lo siguiente sobre su experiencia de aquel periodo:

[El estudio del] alto alemán medio era mi vida. Era lo único que me importaba. Era un académico, un especialista. Entonces, de repente, me vi inmerso en toda la nueva actividad, al igual que la universidad se vio arrastrada a la nueva situación; reuniones, conferencias, entrevistas, ceremonias y, sobre todo, papeles que rellenar, informes, bibliografías, listas, cuestionarios. Y encima estaban las exigencias de la comunidad, las cosas en las que había que, en las que se “esperaba” que uno participara y que antes no existían o no eran importantes. Todo era un galimatías, por supuesto, pero consumía todas las energías de uno, sobreponiéndose al trabajo que uno realmente quería hacer. Ya ve lo fácil que era, entonces, no pensar en las cosas fundamentales. Uno no tenía tiempo.

...La dictadura, y todo el proceso de su nacimiento, fue sobre todo una distracción. Proporcionaba una excusa para no pensar a la gente que, de todos modos, no quería pensar. No hablo de sus “hombrecillos”, su panadero y demás; hablo de mis colegas y de mí mismo, hombres cultos, claro está. La mayoría de nosotros no queríamos pensar en cosas fundamentales y nunca lo habíamos hecho. No había necesidad de hacerlo. El nazismo nos dio algunas cosas espantosas y fundamentales en las que pensar —éramos gente decente— y nos mantuvo tan ocupados con continuos cambios y “crisis” y tan fascinados, sí, fascinados, por las maquinaciones de los “enemigos nacionales”, de fuera y de dentro, que no tuvimos tiempo de pensar en esas cosas espantosas que crecían, poco a poco, a nuestro alrededor. Inconscientemente, supongo que estábamos agradecidos. ¿Quién quiere pensar?

Uno no ve exactamente dónde ni cómo moverse. Créame, esto es cierto. Cada acto, cada ocasión, es peor que la anterior, pero solo un poco peor. Uno espera el siguiente y el siguiente. Usted espera una gran ocasión impactante, pensando que los demás, cuando llegue ese choque, se unirán a usted para resistir de alguna manera. No quiere actuar, ni siquiera hablar solo; no quiere “salirse de su camino para crear problemas”. ¿Por qué no? Pues porque usted no tiene la costumbre de hacerlo. Y no es solo el miedo, el miedo a quedarse solo, lo que le frena; es también la auténtica incertidumbre.

La incertidumbre es un factor muy importante y, en lugar de disminuir con el paso del tiempo, crece. Fuera, en las calles, en la comunidad en general, “todo el mundo” está contento. No se oye ninguna protesta, y desde luego no se ve ninguna. Sabe, en Francia o Italia habría eslóganes contra el gobierno pintados en muros y vallas; en Alemania, fuera de las grandes ciudades, tal vez, ni siquiera haya esto. En la comunidad universitaria, en su propia comunidad, usted habla en privado con sus colegas, algunos de los cuales ciertamente piensan como usted; pero ¿qué le dicen? Dicen: “No es tan grave” o “Estás viendo cosas” o “Eres un alarmista”.

Y usted es un alarmista. Usted está diciendo que esto debe llevar a esto, y no puede probarlo. Estos son los comienzos, sí; pero ¿cómo puede estar seguro cuando no conoce el final, y cómo puede saber, o incluso conjeturar, el final? Por un lado, sus enemigos, la ley, el régimen, el Partido, le intimidan. Por otro, sus colegas le tachan de pesimista o incluso de neurótico. Le quedan sus amigos íntimos, que son, naturalmente, personas que siempre han pensado como usted.

Pero ahora sus amigos son menos. Algunos se han marchado a alguna parte o se han sumergido en su trabajo. Ya no ve a tantos como antes en reuniones o encuentros. Los grupos informales se hacen más pequeños; la asistencia disminuye en las pequeñas organizaciones, y las propias organizaciones se marchitan. Ahora, en las pequeñas reuniones de sus amigos más antiguos, sienten que están hablando con ustedes mismos, que están aislados de la realidad de las cosas. Esto debilita aún más su confianza y sirve como un elemento para disuadirlo de... ¿de qué? Cada vez está más claro que, si va a hacer algo, debe crear una ocasión para hacerlo, y entonces es obviamente un alborotador. Así que espera y espera.

Pero la gran ocasión impactante, en la que decenas o cientos de miles se unirán a usted, nunca llega. Esa es la dificultad. Si el último y peor acto de todo el régimen hubiera llegado inmediatamente después del primero y más pequeño, miles, sí, millones, se habrían escandalizado lo suficiente, si, digamos, el gaseamiento de los judíos en 1943 hubiera llegado inmediatamente después de las pegatinas de “Firma alemana” en los escaparates de las tiendas no judías en 1933. Pero, por supuesto, esto no sucede así. En medio vienen todos los cientos de pequeños pasos, algunos de ellos imperceptibles, cada uno de los cuales le prepara para no escandalizarse con el siguiente. El paso C no es mucho peor que el paso B, y, si no se defendió en el paso B, ¿por qué debería hacerlo en el paso C?
Y así hasta el paso D.

Y un día, demasiado tarde, sus principios, si es que alguna vez fue consciente de ellos, se abalanzan sobre usted. La carga del autoengaño se ha hecho demasiado pesada, y algún incidente menor, en mi caso mi hijo pequeño, apenas más que un bebé, diciendo “cerdo judío”, la derrumba de golpe, y ve que todo ha cambiado y ha cambiado completamente delante de sus narices. El mundo en el que vive —su nación, su pueblo— no es en absoluto el mundo en el que nació. Las formas están todas ahí, todas intactas, todas tranquilizadoras, las casas, las tiendas, los trabajos, las comidas, las visitas, los conciertos,
el cine, las vacaciones. Pero el espíritu, en el que nunca se fijó porque cometió el error de toda la vida de identificarlo con las formas, ha cambiado. Ahora vive en un mundo de odio y miedo, y las personas que odian y temen ni siquiera lo saben ellas mismas; cuando todos se transforman, nadie se transforma. Ahora usted vive en un sistema que gobierna sin responsabilidad ni siquiera ante Dios. El propio sistema no podía pretender esto en un principio, pero para mantenerse se vio obligado a llegar hasta el final.

Usted mismo ha llegado casi hasta el final. La vida es un proceso continuo, un flujo, en absoluto una sucesión de actos y acontecimientos. Ha fluido hasta un nuevo nivel, llevándole con ella, sin ningún esfuerzo por su parte. En este nuevo nivel vive, ha estado viviendo cada día más cómodamente, con nueva moral, nuevos principios. Ha aceptado cosas que su padre, incluso en Alemania, no podría haber imaginado.

De repente todo se viene abajo, de golpe. Usted ve lo que es, lo que ha hecho o, más exactamente, lo que no ha hecho (porque eso era todo lo que se exigía de la mayoría de nosotros: que no hiciéramos nada). Recuerda aquellas reuniones matinales de su departamento en la universidad en las que, si uno se hubiera levantado, otros se habrían levantado, tal vez, pero nadie se levantó. Un asunto menor, una cuestión de contratar a este hombre o a aquel otro, y usted contrató a este en lugar de a aquel otro. Ahora lo recuerda todo y se le parte el corazón. Demasiado tarde. Usted está comprometido sin remedio. 1

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  • 1Tomado de Milton Mayer, They Thought They Were Free: The Germans 1933–45 (Chicago: University of Chicago Press, 1955), 167, 169, 171. Reproducido con autorización de University of Chicago Press.

Colored painting of trees.

Preguntas de contexto

  1. ¿Por qué aceptó el profesor la política de los nazis? ¿Cómo evaluó, años después, las decisiones que tomó o dejó de tomar? ¿Cómo las evalúa usted? ¿Por qué hace hincapié en los pequeños pasos en la transformación de Alemania?
  2. Dibuje un diagrama de identidad para el profesor universitario. ¿Qué aspectos de su identidad pueden haber influido en las decisiones que tomó en 1933?
  3. ¿Es importante que la entrevista con este profesor tuviera lugar siete años después del final de la Segunda Guerra Mundial? ¿Cómo puede afectar esto a la forma de interpretar y analizar su relato?
  4. ¿Qué elementos en las decisiones del profesor de no actuar se basaban en circunstancias particulares de su tiempo y lugar? ¿Qué elementos en sus elecciones pueden reflejar tendencias humanas más universales?
  5. ¿Puede pensar en algún momento en el que no se pronunciara o actuara contra lo que consideraba incorrecto? ¿Qué le impidió actuar?

How to Cite This Reading

Facing History & Ourselves, "No Time to Think," last updated August 2, 2016.

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— Claudia Bautista, Santa Monica, Calif