Transitional Justice in Germany (en español) | Facing History & Ourselves
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Transitional Justice in Germany (en español)

Learn about the concept of transitional justice and reflect on ways that Germany as a nation has faced its past and accepted responsibility for the Holocaust. This resource is in Spanish.    
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This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

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Spanish
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Asunto

  • History
  • Social Studies
  • Human & Civil Rights
  • The Holocaust

La justicia transicional en Alemania

Uno de los legados más profundos y desafiantes del Holocausto es el crimen de genocidio en sí mismo y las heridas que dejó en personas y sociedades enteras. La opresión, violencia y asesinatos masivos cambiaron las vidas de víctimas y sobrevivientes; también dejaron un legado con el que los perpetradores y los espectadores tuvieron que vivir. El Capítulo 10 exploró el desafío de buscar justicia luego del genocidio mediante el tribunal de Núremberg y otros juicios cuya meta era hacer responsables a los líderes nazis de sus crímenes durante la Segunda Guerra Mundial. Juicios como estos pueden ser una parte necesaria de la búsqueda de justicia tras violencias masivas, pero pueden dejar muchas preguntas sin resolver. ¿Puede responsabilizarse a una nación entera por los crímenes? ¿Es posible reconciliarse luego de un genocidio y crímenes contra la humanidad? ¿Qué se les debe a las víctimas? ¿Es posible restaurar la paz entre distintos grupos y reparar la sociedad? Estas preguntas son el centro de la “justicia transicional”, término que los académicos usan para describir una variedad de medidas que pueden tomar las sociedades a medida que salen de un período de guerra, injusticia y violencia masiva e intentan avanzar hacia un futuro mejor.

La experta en derecho Martha Minow ha explorado algunos de los dilemas de la justicia transicional. Y escribe:

Las [s]ociedades tienen que decidir cuánto reconocer, si castigar o no y cómo recuperarse. Cómo tratar la presencia continua de perpetradores y víctimas y espectadores, una vez finalizado el episodio de violencia, es un problema central o, dicho de mejor modo, una serie de problemas. Una fórmula común plantea los dos peligros de obsesionarse con el pasado y olvidarlo. Demasiada memoria o no la suficiente; demasiada consagración de la victimización o una conmemoración insuficiente de las víctimas y sobrevivientes; demasiado pasado o muy poco reconocimiento del papel del pasado en el presente; estos peligros unidos acompañan no solo a las sociedades que emergen tras las violencias masivas, sino también a las personas que se recuperan del trauma. 1

En los años transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, Alemania ha tenido que enfrentarse a todas estas difíciles preguntas. Inmediatamente tras la guerra, los aliados exigieron que todas las propiedades confiscadas por los nazis o transferidas a ellos por la fuerza fueran regresadas a sus propietarios legítimos. Si el propietario legítimo había muerto y no dejó herederos, la propiedad debía venderse y la recaudación entregarse a las organizaciones que ayudaran a los sobrevivientes de la persecución nazi. Sin embargo, si bien parte de las propiedades fueron regresadas a sus propietarios, la política no se aplicó ampliamente. Unos años más tarde, luego de que Alemania se dividiera en dos países, con la mitad oriental controlada por la Unión Soviética, la nueva República Federal de Alemania (también conocida como Alemania Occidental) adoptó otras políticas para realizar la restitución por los daños causados durante la guerra. El gobierno de Alemania Occidental declaró que “se habían cometido crímenes inimaginables en nombre del pueblo alemán que conllevan la obligación de reparar moral y materialmente”. 2 En 1953, implementó un programa especial para pagar
a todos aquellos que habían sufrido lesiones o discriminación “debido a su oposición al nacionalsocialismo o por su raza, credo o ideología”. 3 El programa se conoce en alemán como Wiedergutmachung, que significa “reparar [el estado de las cosas]”.

Este programa de reparación financiera fue controversial, complicado e imperfecto. A fin de ser elegible para recibir las reparaciones, las personas tenían que probar que habían sido perseguidas por motivos raciales, religiosos o ideológicos, y que habían sufrido lesiones que no solo fueran incapacitantes, sino también resultado directo de la persecución. A muchas víctimas les resultaba difícil cumplir los rigurosos requisitos para demostrar la persecución. Muchas otras fueron excluidas del programa, incluyendo a las víctimas rom y sinti, trabajadores esclavos no judíos, hombres homosexuales que fueron encarcelados, víctimas de esterilización forzada y los familiares de quienes fueron asesinados en el programa nazi de eutanasia. Pese a estas restricciones, a lo largo de los años el programa Wiedergutmachung ha pagado más de $60 mil millones en reparaciones. 4 Parte de este dinero se pagó directamente a Israel, el país fundado en 1948 como un estado principalmente judío. El dinero sirvió para ayudar a los sobrevivientes del Holocausto que se asentaron allí y también se invirtió para hacer crecer la economía del país. Otras reparaciones se han destinado a programas de ayuda a los sobrevivientes, a la educación sobre el Holocausto y a la devolución de bienes judíos robados. Adicionalmente, se dan pensiones a sobrevivientes individuales en todo el mundo.

Cuando comenzó el programa Wiedergutmachung a principios de la década de los cincuenta, una encuesta encontró que tan solo el 5 % de los alemanes admitían sentirse “culpables” por lo sucedido con los judíos y únicamente el 29 % estaba de acuerdo con que Alemania debía restitución al pueblo judío. 5 El periodista Ian Buruma describe la “anestesia moral” que experimentaron los alemanes en los años inmediatamente posteriores a la guerra: “Estaban anestesiados por la derrota; sus recuerdos parecían estar bloqueados... Parecían haber olvidado por completo que habían glorificado a un líder que causó la muerte de millones de personas”. 6 A mediados de la década de los sesenta, una nueva generación de alemanes estaba más dispuesta a enfrentar el pasado, e incluso a condenar las acciones e inacciones de la generación de sus padres. Las víctimas y sus simpatizantes siguieron exigiendo justicia, y a medida que la conciencia pública y el reconocimiento de los crímenes nazis crecía con los años, también lo hacían los esfuerzos para ofrecer restitución, reparar y recordar. Las compañías industriales que recurrieron al trabajo de los esclavos acordaron pagar reparaciones. El robo nazi de propiedades judías, incluidas obras de arte, es el centro de casos judiciales que han continuado en el siglo XXI. Las clases de historia sobre el nacionalsocialismo y el Holocausto fueron obligatorias en todas las escuelas públicas de Alemania. Algunos pueblos y ciudades iniciaron sus propios proyectos, como el programa de la ciudad de Berlín de ofrecer a todos los antiguos residentes judíos viajes con todos los gastos pagos para visitar la ciudad y conocer a su alcalde. 7

La creación de museos y monumentos ha sido otro elemento crucial de la reconciliación con el pasado en Alemania. Los “Lugares de memoria”, incluyendo campos de concentración y la sede central de la Gestapo, se han conservado y convertido en museos y se han construido cientos de monumentos en grandes ciudades y pequeños pueblos. En estos lugares, se reconoce públicamente la historia y los visitantes tienen la oportunidad de confrontar el pasado del país. (Para más información sobre los monumentos, puede ver el ensayo visual de este capítulo). En un evento de 2008 conmemorando el Holocausto y la liberación de Auschwitz, el antiguo embajador israelí en Alemania, Avi Primor, preguntó, “¿En qué lugar del mundo se ha visto que una nación construya monumentos para inmortalizar su propia vergüenza? Solo los alemanes han tenido la valentía y la humildad”. 8

En efecto, los líderes de Alemania han trabajado consistentemente para conectar la historia de su nación con un sentido de identidad y responsabilidad. En una ceremonia conmemorativa celebrada en 1985, el entonces Canciller Richard von Weizäcker dijo,

La gran mayoría de la población actual eran niños entonces o no habían nacido. No pueden culparse por crímenes que no cometieron... Pero sus antepasados les han dejado un serio legado. Todos nosotros, culpables o no, viejos o jóvenes, debemos aceptar el pasado. A todos nos afectan sus consecuencias y somos responsables de ello. Las generaciones jóvenes y mayores deben y pueden ayudarse entre sí para entender por qué es vital mantener vivos los recuerdos. No se trata de reconciliarse con el pasado. Eso no es posible... Sin embargo, quien cierre sus ojos ante el pasado, está ciego frente al presente. Quien se niegue a recordar la inhumanidad, está propenso a nuevos riesgos de contagio. 9

Para Alemania, abordar ese “serio legado” ha significado muchas cosas, incluyendo el pago de reparaciones, la construcción de monumentos y la reforma de la educación. Estos esfuerzos alemanes para reparar, educar y recordar no son perfectos ni totales. No todos los alemanes repudian los crímenes de la Segunda Guerra Mundial, y aún existen grupos neonazis, aunque la mayoría de las personas actualmente en Alemania están claramente comprometidas con la democracia y los derechos humanos. Buruma argumenta que la Alemania contemporánea ha cambiado de manera fundamental:

Las personas son peligrosas en cualquier lugar, cuando los líderes adquieren poder ilimitado y a los seguidores se les da una licencia para hostigar a otros más débiles. El poder desenfrenado conduce a la barbarie, en las personas y en las masas... Pero tal no era la situación en la República Federal Alemana, ni tampoco en Japón. La naturaleza humana no ha cambiado, pero la política sí. En ambos países los criminales pueden ser expulsados. Quienes optan por ignorar esto y, en su lugar, buscan las marcas nacionales de Caín, no han aprendido nada del pasado. 10

Preguntas de contexto

  1. ¿Qué significa “reparar el estado de las cosas”? ¿Cree que es posible “reparar el estado de las cosas” tras un genocidio? 
  2. ¿Qué cree que quiere decir Ian Buruma con “anestesia moral”? ¿Por qué fue más fácil que algunos alemanes confrontaran su historia una generación después de lo ocurrido?
  3. ¿Cuáles de las políticas adoptadas en Alemania parecen ser las más prometedoras? ¿Alguna de las políticas le genera dudas? 
  4. El historiador Tony Judt escribe, “pedirles a todas las generaciones nuevas de alemanes vivir por siempre en la sombra de Hitler, obligarlos a asumir la responsabilidad por el recuerdo de la única culpa de Alemania, y hacerlo en todas las medidas de su identidad nacional, era lo mínimo que se podía exigir, pero era demasiado esperar”. ¿Cómo se conectan las palabras de Judt con el discurso de von Weizäcker? ¿Está de acuerdo con Judt?
  5. ¿La definición de genocidio ofrece alguna perspectiva sobre cómo podría ser la reparación de semejante crimen? ¿Cómo abordan los intentos alemanes de “reparar el estado de las cosas” los diferentes aspectos de lo que se perdió en el Holocausto? ¿Qué otras políticas para ayudar a “reparar el estado de las cosas” puede imaginar?
  6. ¿Alguna de las herramientas de la justicia transicional resultaría útil en la sociedad en
    la que vive? ¿De qué manera?
  • 1Martha Minow, Between Vengeance and Forgiveness: Facing History after Genocide and Mass Violence (Boston, MA: Beacon Press, 1998), 2.
  • 2Christian Pross, Paying for the Past: The Struggle over Reparation for Surviving Victims of the Nazi Terror (Baltimore, MD: John Hopkins University Press, 1998), 22.
  • 3Christian Pross, Paying for the Past: The Struggle over Reparation for Surviving Victims of the Nazi Terror (Baltimore, MD: John Hopkins University Press, 1998), 22.
  • 4Claims Conference: History”, Conference on Jewish Material Claims Against Germany, consultado el 2 de junio de 2016.
  • 5Tony Judt, Postwar: A History of Europe Since 1945 (Nueva York: Penguin Press, 2005), 271.
  • 6Ian Buruma, The Wages of Guilt: Memories of War in Germany and Japan (Nueva York: Farrar, Straus Giroux, 1994), 24.
  • 7Nicholas Kulish, “Germany Confronts Holocaust Legacy Anew”, New York Times, 29 de enero de 2008.
  • 8Nicholas Kulish, “Germany Confronts Holocaust Legacy Anew”, New York Times, 29 de enero de 2008.
  • 9“Speech by President Richard von Weizsäcker to Bundestag, 8 de mayo de 1985”, en Sources of European History: Since 1900, ed. Marvin Perry, Matthew Berg, y James Krukones (Cengage, 2010), 400.
  • 10Ian Buruma, The Wages of Guilt: Memories of War in Germany and Japan (Nueva York: Farrar, Straus Giroux, 1994), 307.

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Using the strategies from Facing History is almost like an awakening.
— Claudia Bautista, Santa Monica, Calif