Memory and Decision Making in Europe Today (en español) | Facing History & Ourselves
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Memory and Decision Making in Europe Today (en español)

Consider the connection between the refugee crisis facing Europe in 2016 and the aftermath of World War II and the Holocaust. This resource is in Spanish.  
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Asunto

  • History
  • Social Studies
  • Human & Civil Rights
  • The Holocaust

Memoria y toma de decisiones en la Europa actual

En otoño de 2015, Europa se enfrentaba a su mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Miles de refugiados y migrantes llegaban semanalmente, por tierra y por mar. La mayoría huía de una brutal guerra civil en Siria; otros procedían de Afganistán e Irak. El Comité Internacional de Rescate calculó que más de un millón de refugiados y migrantes de Oriente Medio habían llegado a Europa a finales de 2015. 1 La población de muchos países europeos recelaba de permitir la entrada de refugiados; otros luchaban por encontrar los recursos y la voluntad política para satisfacer sus necesidades. En un artículo titulado “El trato a los migrantes evoca recuerdos de la hora más oscura de Europa”, el reportero del New York Times Rick Lyman describió cómo la crisis de los refugiados suscitó incómodos ecos de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

BUDAPEST — En Hungría, cientos de migrantes rodeados de oficiales de policía armados fueron engañados para subir a un tren con promesas de libertad, solo para ser llevados a un campo de “acogida”. En la República Checa, la policía sacó a más de 200 migrantes de un tren y les escribió números de identificación en las manos con rotuladores indelebles, deteniéndose solo cuando alguien señaló que esto se parecía más que un poco a los tatuajes que los nazis ponían a los presos de los campos de concentración.

Vallas de alambre de púas se levantan a lo largo de las fronteras nacionales en Grecia, Bulgaria, Hungría y Francia. Muchos líderes políticos avivan el creciente nacionalismo presentando a los migrantes como peligrosos forasteros cuyas culturas extranjeras y religión musulmana podrían arrollar las apreciadas formas tradicionales.

“Fue horroroso cuando vi esas imágenes de la policía poniendo números en los brazos de la gente”, dijo Robert Frolich, rabino jefe de Hungría. “Me recordó a Auschwitz. ¿Y luego meter a la gente en un tren con guardias armados para llevarlos a un campo donde están encerrados? Por supuesto que hay ecos del Holocausto”.

Los europeos se enfrentan a una de las peores crisis humanitarias del continente desde la Segunda Guerra Mundial y, sin embargo, muchos parecen ciegos ante las imágenes que recuerdan aquella que fue la época más negra de su historia.

Esta crisis migratoria no es un genocidio. La cuestión en todo el continente es cómo registrar, alojar, reasentar o repatriar a cientos de miles de migrantes y refugiados, un desafío logístico de enormes proporciones. Pero quizá desde que los judíos fueron retenidos por la Alemania nazi no han salido de Europa tantas imágenes de personas encerradas en trenes, bebés entregados por encima de alambres de púas, hombres con equipo militar arreando a grandes multitudes de hombres, mujeres y niños desaliñados.

Al mismo tiempo, las imágenes pueden revelar una verdad más profunda sobre Europa y su aparente falta de preparación para una crisis que lleva tanto tiempo gestándose: aunque ensalza las virtudes de los derechos humanos y el humanismo, sigue siendo, en muchas partes, un lugar resistente a la inmigración y la diversidad.

Como resultado, algunos aquí están reaccionando de formas que recuerdan algunos de los impulsos más oscuros del continente.

“Deben de ser inconscientes porque ¿quién haría eso si tuviera memoria histórica alguna?”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “Es asombroso, de verdad. Ciertamente, esas imágenes de los trenes no pueden evitar evocar pesadillas del Holocausto”.

Al rabino Frolich le llamaron especialmente la atención las mentiras utilizadas para manipular a los migrantes.

“Les dicen que el tren iba a Austria y luego los llevan a un campo en su lugar”, dijo el rabino. “No creo que la policía recibiera instrucciones del gobierno para hacerlo así, pero es muy parecido a lo que les ocurrió a los judíos en la década de los cuarenta”.

Jan Munk, presidente de la Comunidad Judía de Praga, se inclinó por una interpretación generosa del episodio.

“Entiendo las razones por las que la policía marcó a los migrantes con números”, dijo. “Están sometidos a mucha presión y estrés y simplemente no se dieron cuenta de las connotaciones que tendría. En efecto, fue de mal gusto y me recordó a los números de Auschwitz, pero sé que no se hizo a propósito”.
Pero para otros, el hecho de que no se hiciera a propósito era aún más aterrador, mostrando una desconcertante desconexión histórica en muchos de los mismos lugares en los que el Holocausto causó la devastación más profunda.

“Puede que sea correcto que no lo supieran, pero la insensibilidad y la ignorancia de las imágenes que evocaron sus acciones es asombrosa; es simplemente repugnante”, dijo Jonathan Greenblatt, director nacional de la Liga Antidifamación, en Nueva York.

No es que el Holocausto haya sido olvidado o ignorado. Hay monumentos conmemorativos en casi todas las grandes ciudades del continente. Este mismo verano, el presidente de Rumanía promulgó una ley que ilegaliza negar el Holocausto o exhibir símbolos fascistas.

Uno de los monumentos conmemorativos más venerados de Budapest es una serie de zapatos colgados a lo largo de la ribera del Danubio. Hacen referencia a la masacre de judíos en la Segunda Guerra Mundial a manos de fascistas que los obligaron a quitarse los zapatos y los fusilaron, dejando caer sus cuerpos al río.

“Y este monumento conmemorativo, por el que no se puede pasar sin detenerse a contemplar, este hermoso monumento, se encuentra en la misma ciudad donde muchas de estas otras cosas están ocurriendo ahora”, dijo Babar Baloch, portavoz regional de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. “Es alucinante”.

Los paralelismos históricos son a veces ineludibles.

La estación de tren de Szeged, la ciudad del sur de Hungría más cercana a la frontera serbia, abarrotada de migrantes, contiene un monumento conmemorativo de hace décadas a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Muestra una serie de vagones con brazos suplicantes e indefensos que sobresalen de las ventanillas.

En Budapest, en la estación de tren de Keleti, cuya periferia se ha convertido en un mísero campo de migrantes, el primer tren que llegó el jueves para llevarse a los desesperados migrantes —aparentemente con destino a la frontera austriaca, en realidad a un campo de detención— entró en la estación detrás de una locomotora con el lema “1989 Europa sin fronteras”.

Y puede que haya más por venir.

El viernes, el Parlamento húngaro aprobó la primera mitad de un conjunto de revisiones de las leyes sobre refugiados que, entre otras cosas, permitirían la creación de las llamadas zonas de tránsito a lo largo de la frontera serbia. Los migrantes recién llegados quedarían confinados en estas zonas, que deben estar a menos de 60 metros de la frontera (unos 200 pies), hasta que se resuelvan sus casos, y estos tendrían que decidirse en un plazo de ocho días, con solo tres más para posibles apelaciones.

Si se determina que ya han pasado por un país considerado “seguro” en su ruta hacia Hungría, como es casi seguro, serían devueltos en virtud de la ley.

Pero con los migrantes que llegan a un ritmo de unos 3,000 al día, en solo 10 días la población de los campos podría acercarse a los 30,000.

“No puedo llamarlos de otra manera que campos de concentración”, dijo Gabor Gyulai, coordinador del programa de refugiados del Comité de Helsinki para los Derechos Humanos en Budapest. “Estos refugiados llegan, en condiciones horribles, ¿y luego los meten en este campo de concentración?”.

Se espera que el Parlamento apruebe un segundo paquete de leyes sobre refugiados la semana que viene, en el que se otorga mayor autoridad a la policía y al ejército, incluido el derecho a entrar en cualquier casa para buscar a los migrantes que puedan estar escondidos en ella.

Para muchos defensores de los migrantes, lo que resulta tan desconcertante de esta amnesia histórica es que los países que adoptan la línea más dura se encuentran entre los que más sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial y los que más refugiados produjeron tras la contienda.

“En Europa nos beneficiamos de la ayuda humanitaria y de la aceptación de refugiados tras el desastre que fue la Segunda Guerra Mundial”, dijo el Sr. Roth. “Es como si existiera una memoria tan corta que no se tiene la sensación de que Europa, ahora que goza de buena salud y tiene éxito, deba algo a otros pueblos necesitados”.

El Sr. Gyulai señaló que la primera gran operación que emprendió el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados tras su fundación fue ocuparse de los 200,000 refugiados desplazados cuando la Unión Soviética aplastó la rebelión de 1956 en Hungría.

“Es difícil entender cómo la gente pierde tan rápidamente el sentido de la historia”, dijo Andrew Stroehlein, director de medios de comunicación europeos de Human Rights Watch. “Todos decimos que hemos aprendido las lecciones de la historia, pero estar rechazando a estas personas desesperadas que huyen de una situación horrible sugiere que no hemos aprendido las lecciones en absoluto”. 2

Preguntas de contexto

  1. ¿Cómo conecta este artículo la historia del Holocausto con la crisis de refugiados de 2015? ¿Qué imágenes de la crisis de los refugiados de 2015 se hacen eco de los acontecimientos del Holocausto? ¿Qué cuestiones más profundas conectan ambos acontecimientos?
  2. Kenneth Roth, director de Human Rights Watch, lamenta la “corta memoria” de los europeos. ¿Qué cree que deberían recordar? ¿Cómo podría un “sentido de la historia” informar la toma de decisiones sobre la crisis de los refugiados? ¿Cómo podría configurar el universo de obligaciones de los europeos?
  3. ¿Cómo podría conectar algunos de los momentos o temas clave que ha encontrado
    en este libro con la crisis de los refugiados? ¿Cuáles son algunas de las diferencias
    clave entre el pasado y el presente?
  4. ¿Existen las “lecciones de la historia”? ¿Por qué algunas personas abrazan esta idea? ¿Por qué otras la rechazan?

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— Gabriela Calderon-Espinal, Bay Shore, NY